jueves, 1 de octubre de 2015

NOTA EN DEODORO por Gabriela Aguirre- UNC



Back to the 90’s.
Reseña teatral de MaríaAlone
Por Gabriela Aguirre.

El teatro independiente de la ciudad de Córdoba sigue siendo una mina a cielo abierto de donde salen piedras preciosas y joyitas relucientes, aunque también algunos carbones. Es una especie de Caja de Pandora; no porque de allí se liberen todos los males del mundo -que ya estaban sueltos- sinoporque se erige en espejo donde mirar reflejados algunos de esos males. Carbones aparte, de las salitas teatrales independientes, tan pequeñas e inofensivas en apariencia, salen verdaderos leones a morder el cuello de los entendidos del mundo y,con un poco de suerte, el correr de esa sangre fresca pueda hacer circular nuevas ideas. En una sala del viejo Abasto, en el querido Quinto Deva, se presentóMaríaAlone, una fiera salida del seno de la academiadispuesta a rascar la herida que nos dejó la década de los noventaya dejar que la sangre fluya. 


MaríaAlone es producto de la investigación realizada por Gabriel Pérez y Cintia Brunetti para el trabajo final de licenciatura en teatro de la UNC. La investigación toma como motor de búsqueda diversos procedimientos con el propósito de convertir la década de los noventa en poesía escénica. Tarea nada fácil. Si poetizar algo tan abstracto y complejo como una década no es un trabajo sencillo, imaginen hacerlo con una década tan poco poética.
Los noventa fueron la cuna de los creadores de MaríaAlone. La obra muestra ese reconocimiento como una herida enorme. Quienes fuimos niños o adolescentes en la Argentina de los noventa pensábamos que el mundo era así, tal como se nos presentaba. Supongo que eso suelen hacer los niños y jóvenes en general.Aprendimosy recorrimos cada centímetro cuadrado de esa década con el empeño que ponen los niños por conocer y domar el mundo. Miramos su televisión, nos vestimos con pantalones de tela de avión, jugamos al paddle, aprendimos que los ricos toman champán cuando comen pizzay que ser una bebota inocentona y curvada era un ticket al estrellato. Si queríamos decir que algo estaba bueno decíamos cool. Si le retirábamos la mano a alguien justo antes de saludarlo decíamos oso.Poníamos apóstrofe ese después de todos los nombres propios, quedando como un loser si no lohacías. Ante la duda sobre qué opinar, decíamos que todo era muytoomuch. Como suele ocurrir con los niños y jóvenes, casi una década despuésentendimos que otros mundos eran posibles, que otras formas de vivir la vida eran factibles y nos quedamos petrificados al reconocerlo hostil y superficialdel escenario que fue nuestra cuna.

Profanando la década
En escena, un hombre invoca y revive un terrible ícono de los noventa: la adolescente catamarqueña ultrajada y asesinada por “los hijos del poder” en las puertas de la década. MaríaAlone escenifica a María Soledad Morales, le da cuerpo, carne, palabra y hasta opinión. El sacrilegio de tratar un tema tan tabú es el vértice por el que pivota la obra, una irreverencia que se va acentuando a medida que la obra avanza. AMaría Soledad la desfreezan, la usan de títere, de virgen inmaculada, de muñeca Barbie, de estandarte de la revolución más derechosa que se pueda pensar. Nota aparte: ¿pueden los fachos creerse revolucionarios? Recuerdo con espanto ver grupos de chicas portando entalladas remeras amarillas con el perfil de Macrireemplazando el del Che en su imagen más universal y con la leyenda “MacriRevolution”. Entonces supongo que sí.

Mery Alone, the girl from Catamarca.
En escena,vemos un personaje, aspirante a revolucionario, mezcla de HughHefner y El Cárlo (ahora que lo pienso, ambos son equiparables en muchos aspectos)hablando un inglés chabacano, esa segunda lengua del poder argentino de los noventa. Con el mismo desparpajo, el título de la obra propone el burdo Alone como traducción de Soledad. Según sus propios hacedores, el recorrido de estepersonaje evoca el refrán que dice “dale poder a un hombre y verás quién es”. Yo prefiero la frase de Los Redondos, también de los noventa,que dice: “mientras más alto trepa el monito, así es la vida, el culo más se le ve”. A medida que la obra transcurre,el revolucionariova monstruizándose, menemizándose, fachizándose. A la par, la escena va perdiendo su sutil traza del principio para transformarse en un campo minado de objetos. María Soledad, vestida casi como la imagen de la libertad sin el gorro frigio, es ultrajada una y otra vez en una escena también mancillada, desbordada. La obra narra por exceso, por la abundancia de elementos quepueblan el espacio escénico sin ninguna razón, sin la reglamentaria justificación escénica. Tal vez ése es otro nuevo sacrilegio; esta vez un sacrilegiocontra cierto tipo de teatro clásico que dicta que todo objeto tiene que tener su razón narrativa. Hay objetos multiplicados por doquier, inútiles, ocupando espacio y prefigurando el consumo neoliberal típico de la década. Pero ojo, no todo es tan noventa. Esta proliferación no esescéptica ni es vacía, sino que condensa sentidoescénico con la solidez de quien fue testigo de los hechos. ¿Muerte de los ideales?;¡mis polainas!MaríaAlone está repleta de creencias ideológicas y posturas políticas. Nada de Generación X, nada de pastiche posmo nihilista. Es una obra que cita los noventa desde un anclaje poético profundamente actual. Cita y convoca desde muchas materialidades. Desfilan canciones, discursos, vestuarios, objetosnoventosos. A veces son citas completamente reconocibles, a veces solo sospechadas y a veces, no sabemos a qué, pero convocan. Todo el tiempo reconocemos la escena de MariaAlonecomo parte de nuestra biografía.

Los noventa no se fueron.
De todo lo que pasó en los noventa, el asesinato de María Soledad Morales pintacabalmente la ostentación de impunidad que mostrabapor entonces el poder político. Tal vez por eso,Gabriel Pérez y Cintia Brunetti lo eligieron como un suceso que condensa. Pero MaríaAlone no es la historia de Maria Soledad Morales, sino que su caso es el cristal con el que se mira el pasado y el presente, a la vez que cuestiona nuestra supuesta superación de la década de los noventa. Es que, digamos la verdad,¿lahemos superado?
La ficción de MaríaAlonepierde su aire de ensueño lejano para instalarse con el miedo que dan las posibilidades concretas. Salí de la obra con un sabor amargo en la boca. No había visto una ventana al pasado sino un presente posible. En MaríaAlone acechan los aires de un post-neoliberalismo. Qué desasosiegoproduce saber que este año electoral un gran número de votantes (cruzo los dedos para que sean minoría) votarán subirse a un Delorean amarillo y lustroso queriendo volver alos noventa en formato relowded.
MaríaAlone es la historia de un dolor hecha por quienes fueron niños testigos de la década, uniendola profundidad de una heridacon un miedo presente. Reconocer los sucesos de los noventa es reconocer el mundo que nos configuró, que nos formateó, del que fuimos parte y con el que todavía trabajamos en terapia anhelando superarlo. Hay que seguir reconociendo los coletazos de una década que no se fue, sino que tomó retirada. Y si usted lector piensa que le arruiné la obra contándole gran parte de lo que pasa, sepa que no es así. Al fin y al cabo el spoiler es también un invento de los noventa.

Ficha técnica
María Alone
Trabajo final de la licenciatura en teatro, Facultad de Artes, UNC.
Texto y actuación: Cintia Andrea Brunetti y Gabriel Andrés Pérez.
Dirección de actores: Diego Gavarrete.
Asistencia de dirección: Natalia Buyatti.
Asesores del Trabajo final: Marcelo Arbach y Carolina Cismondi.
Diseño de luces: María Belén Carranza Bertarelli.
Diseño gráfico: Hugo Casas.
Producción Escénica y Comunicación: Natalia Soliani.

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